Las sondas Voyager de la NASA han conseguido realmente ir donde nadie ha estado antes. En un silencioso vuelo sin motor hacia las estrellas, a casi 15.000 millones de kilómetros de la Tierra.
Los investigadores de la misión han demostrado que los límites externos del sistema solar (heliopausa) están repletos de burbujas magnéticas gigantes, de unos 160 millones de kilómetros de ancho, por lo que las sondas tardarían semanas en cruzar una de ellas.
La estructura del campo magnético solar distante –con o sin espuma- tiene una aguda importancia científica, ya que define la forma en que interactúa con el resto de la galaxia.
Fuente: muyinteresante.es
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