Obviamente, depende del ritmo, de qué o a quién nos recuerda... Por eso, al margen de sus cualidades intrínsecas, una pieza musical no sólo puede calmarnos, sino también ponernos melancólicos o llenarnos de ira. Lo que sí es cierto es que muchos seres vivos, ya sean fieras o no, son sensibles a los sonidos rítmicos. Es decir, la reacción habitual de un animal –incluido el ser humano– es detenerse a escuchar la música. Eso nos daría al menos unos segundos para huir de un león si tenemos a mano un reproductor de MP3 con altavoces.
Fuente. muyinteresante.es
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